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El mal del líder

Estamos frente a un periodo donde “ser líder” es una necesidad. En casi todas las empresas se habla de que se necesitan líderes capaces de encabezar cambios. Los institutos de formación, consultoras, universidades, organizaciones y capacitadores independientes ofrecen a diario una gama interesante de propuestas y alternativas. Todos, en cierto modo, buscan brindarte un “remedio a tus problemas”. Pareciera que el liderazgo se ha convertido en una panacea a todos los males. Por historia sabemos que la humanidad tiende a buscar este tipo de “soluciones universales”, por lo que no estaría mal que reflexionemos un poco al respecto.

Todos, de una u otra manera, estamos conscientes de que es imperioso liderar. Pero, pretender que “todos seamos líderes” no es tarea fácil. Desarrollar un liderazgo acorde a las necesidades del contexto, requiere de habilidades y competencias que exigen desarrollo y cambio personal. Los grandes “gurús” del liderazgo nos enseñan que ser líder es bueno y útil. La bibliografía al respecto habla de todos los resultados positivos que se pueden generar a través del liderazgo personal. Sin embargo, en pocas ocasiones nos comentan el lado “malo” de ser líder.

A diario converso con empresarios, gerentes, jefes y hasta padres de familia, donde la mayoría me dice: “quisiera tanto que mi gente me diga la verdad”, “me encantaría que puedan ser sinceros conmigo”, “si tan solo pudieran darme una devolución de cómo estoy actuando”, etc. Si en alguna ocasión sentiste algo similar o pasaste por esta experiencia, tal vez estés sufriendo del “mal del líder”.

Este mal afecta a aquellas personas que ocupan un cargo de responsabilidad, y aumenta a medida que escalan en su carrera. Es decir, este mal crece proporcionalmente con tu liderazgo. Cuánto mas alto estés, más sufrirás de este mal y más difícil será para ti recibir feedback objetivo y sincero. Sí, este es el peor mal del líder: el verse privado de retroalimentación. Muchos de tus colaboradores, parientes e incluso amigos no querrán decirte nada por miedo o por querer ponerse bien contigo y esto es muy peligroso. El líder necesita feedback y cuánto más alto esté, más lo necesitará.

Pareciera inocente pensar que este no es un mal grave, y, sin embargo, lo es. No puedo imaginar la vida de un líder sin este recurso. El feedback es una de las mejores oportunidades para aprender. Los errores y las equivocaciones también lo son, pero a veces tienen un alto costo emocional y/o financiero. La retroalimentación sincera, objetiva y directa es un verdadero regalo. Al ser un regalo, no hace falta merecerlo, solo requiere que tengas las manos y el corazón abierto para recibirlo. Anímate a generar espacios y ocasiones de feedback. ¡Es por tu bien y sirve para tu crecimiento!

Aristóteles Fernández